Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1860-1861 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 16 de enero de 1861
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 74, 1.148 a 1.151
Tema: Continúa la interpelación del Sr. Sagasta sobre la modificación del trazado del ferrocarril de Albacete a Cartagena

El Sr. SAGASTA: Que se lea la Real orden.

 El Sr. URÍA: Que se lea desde luego. [1.148]

 El Sr. SAGASTA: ¿Quiere V.S. que se lea el extracto del expediente?

 El Sr. SAGASTA: Para rectificar. Empezaré por manifestar, y cuando hago esta manifestación supongo que no cabrá duda alguna en ella, y si no, no la haría, soy bastante franco, que yo nunca he dudado de la lealtad del Sr. Uría; de lo que únicamente he dudado ha sido de su acierto. Que se ha equivocado en mi [1.150] opinión S.S., como creo que se ha equivocado el Sr. Ministro, nada tiene de particular; porque sin embargo de que el Sr. Ministro cree y S.S. cree también que todos los que han mediado en esta cuestión, la junta consultiva, el inspector de la línea, el ingeniero, todos, absolutamente todos, se han equivocado, y que sólo S.SS. la han entendido; sin embargo de esto, no son S.SS. infalibles, y creo que se pueden equivocar, como se han equivocado en concepto de S.SS. los que han intervenido en este asunto. Por consiguiente, al atacar a S.S. no ha sido porque haya creído que había deslealtad en sus intenciones. Particularmente lo he dicho aquí, fuera de aquí, en todas partes, a todo el que me lo ha preguntado, que si el Ministerio de Fomento hubiera habido Ministros y directores como los ha habida en otras ocasiones y quizá pueda volver a haber, acaso no dudaría yo lo que ni siquiera ahora imagino, y me parece innecesario insistir en esto, cuando todos conocemos al Sr. Ministro de Fomento y al señor director general de obras públicas. Yo he salvado siempre la probidad, tanto del señor marqués de Corvera como del Sr. Uría, sin que me haya costado ningún sacrificio el manifestarlo aquí, fuera de aquí, y siempre que ha sido necesario. Por consiguiente, que S.S. se haya equivocado, nada tiene de extraño, porque todos nos equivocamos. A mí me ha achacado S.S. muchas equivocaciones, y váyase lo uno por lo otro. No hay más diferencia sino que mis equivocaciones no pueden redundar en perjuicio del país, y las de S.S. pueden refluir en daño suyo, y mucho.

Voy pues, después de hecha esta salvedad importante, a rectificar algunas ligeras equivocaciones, que ya habiendo molestado tanto la atención del Congreso, al menos por mi parte, quiero ser muy breve.

S.S. ha dicho que yo no he estado muy exacto al hacer cargo a S.S. de haber aprobado, como director general de obras públicas, el proyecto que fue la base de la subasta. Yo no dije eso; yo no dije que S.S. como director había aprobado ese proyecto; lo que yo dije únicamente fue que S.S. como Diputado y como presidente que era de la comisión, propuso al Congreso un dictamen parecido en ese anteproyecto y no proyecto. Ya sabía yo que S.S. no era director en aquella fecha. De todas maneras no creo que está fuera una cosa que llamase tanto la atención de S.S.,habiendo otros puntos mucho más interesantes de que podía ocuparse.

También S.S. se ha hecho cargo de uno de mis argumentos, llamando sobre él mucho la atención del Congreso, y diciendo: " el Sr. Sagasta decía que yo estaba de acuerdo con una nota del oficial del negociado." Tampoco he dicho terminantemente eso. He dicho que siempre por lo visto estaba S.S. conforme con el oficial del negociado, porque no aparece el desacuerdo. Eso he dicho siempre, y esta es la razón que yo tenía para decir que siempre estaba S.S. conforme; porque sino aparece ese desacuerdo, quiere decir que no hay más que una informalidad en el expediente. Y si no, ¿por qué no recayó acuerdo en ese expediente, puesto que el oficial del negociado puso la nota? Pues ¿por qué se suspendió la resolución del expediente? Esto equivaldría suponer que la falta había consistido en el oficial del negociado, que por obra y gracia suya hizo volver atrás el expediente: tanto peor para S.S. si no aparece su acuerdo en él, porque esto quiere decir que en expedientes informales no caben más que resoluciones inconvenientes, como es la que estoy combatiendo.

S.S. ha querido sacar otro argumento particular acerca de la orden con que se pasó el expediente al Sr. Almazán. Eso prueba la informalidad grandísima, la informalidad solemne que ha habido en ese expediente, porque la nota del oficial del negociado es la base del escrito, es la tendencia de la orden; si los escribientes no pusieron en la orden esa tendencia, ese espíritu, culpe S.S. a los empleados del Ministerio de Fomento que no saben lo que los jefes escriben. Las minutas están rubricadas por los jefes; la que yo he tenido honor de leer al Congreso dice terminantemente:" que pasen todos los documentos al Sr. Almazán para que los examine e ilustre la cuestión." Eso dice la nota del negociado y la minuta del jefe que sirve de base para la redacción de la orden: si no lo dice la orden, tanto peor para S.S. y para y Ministro de Fomento; con expedientes tan informales no es extraño que se adopten resoluciones inconvenientes.

Respecto a que aquí teníamos el expediente, y si debíamos o no tenerle, lo cual envuelve un cargo dirigido a la minoría, siento ver a S.S. en ese terreno, porque después de ver que el Sr. Ministro de Fomento, a las doce horas de haber traído aquí un expediente voluminoso, dice estoy dispuesto a contestar a la interpelación, y yo me apresuro a explanarla, al preguntar ¿por qué tiene el expediente el Sr. Sagasta? No parece sino que significa que no se quería que yo lo examinase, que no tuviera tiempo de estudiarle. Yo tenía el expediente para demostrar que S.S. había sido inexacto y que yo lo había sido, y como para probar esto no tenía otros medios que los documentos que obran en el expediente, por eso lo tenía aquí, como tienen derecho todos los Diputados de examinarlos, de verlos, de estudiarlos, de leer lo que tengan por conveniente de ellos, o mandar leer a la mesa lo que juzguen oportuno.

Es derecho del Diputado tener a su lado el expediente sobre que versa una cuestión, porque no sólo pueden mandar leer los documentos que tengan por conveniente, sino que pueden leer por si los párrafos del expedientes que consideren necesarios para hacer al mismo tiempo los comentarios que juzguen oportunos. Cuando S.S. podría haber dirigido ese cargo a la minoría o a el último de sus individuos, que es el que tiene el honor de dirigir la palabra al Congreso, hubiera sido cuando mis compañeros o yo nos hubiéramos llevado el expedientes a nuestras casas, como ha sucedido con algunos Sres. Diputados que no quiero nombrar. Cuando podía S.S. hacer un cargo a la minoría, cuando podía dirigirle al último de sus individuos que la representa en este instante, enseñando ese expedientes, hallándose en poder de cualquiera de nosotros, hubiera desaparecido de aquí, como ha sucedido con otro expediente de unas actas.

Iba a concluir, Sres. Diputados, con una observación legal que echara por tierra la última parte del discurso del Sr. Uría, porque todo lo demás está en mi concepto, completamente contestado. No lo haré sin embargo. Complázcase S.S. aun con el castillo de naipes que hizo ayer, del cual, en mi opinión, no le quedarán más que las ruinas para su consuelo, y acabo pues, porque quiero dejar íntegra la cuestión en este punto a mi amigo el Sr. Figuerola.



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